ALAVÉS - CÁDIZ

Llegó el momento

El corazón cadista suma a su historial médico una nueva tarde de agonía futbolística

Cádiz CF: el posible once ante el Deportivo Alavés

La cómoda posición del Cádiz CF en una liga sin rectificaciones del VAR

Público cadista observa con atención y nerviosismo el transcurso de un encuentro

Pablo Vallejo

Llegó el momento. El que muchos esperaban, pero nadie quiere vivir. Cuando el pasado verano los cadistas veían emparejado a su equipo con el Deportivo Alavés en la última jornada, muchos ya sabían que ese sería el día. La fecha clave: la de la permanencia o la del descenso. El del todo o nada. El espacio y el tiempo para escribir el capítulo final del libro de la presente campaña y, mucho más importante – aunque no pueda parecerlo a corto plazo -, para organizar el Cádiz de los próximos años. Porque toda historia, de éxito o fracaso, está compuesta de pequeños detalles que, aparentemente insignificantes, otorgan sentido al relato. Ya le aviso, querido lector, de que en este texto no encontrará ánimo o palmaditas en la espalda, sino que añadirá más dudas a la agónica tarde-noche futbolística que le espera.

Porque el Cádiz que conocemos hoy en día no sería nada sin el penalti fallado por Abraham Paz en el Rico Pérez aquella fatídica tarde de 2008. ¿Y si le da por tirarlo para el otro lado? Aunque, siendo sinceros, quizás tampoco conoceríamos a este equipo si el propio Paz no hubiese anotado el gol de la tranquilidad en Chapín aquella memorable tarde de 2006 en la que Oli actuó de viejo rockero. La doble parada de Kiko Casilla en el Stadium Gal de Irún con Javi Gracia en el banquillo o el lanzamiento de Akinsola del que aún se acordará el bueno del nigeriano. La enésima decepción en Miranda de Ebro en forma de remontada o el alucinante sprint de Álvaro García para conquistar El Sardinero. Volvamos a los pequeños detalles. ¿Qué sería de este Cádiz si Ranko Despotovic no hubiera ‘forzado’ una falta en el borde del área que posteriormente traduciría Carlos Calvo en obra de arte? ¿Y si Álex Múñoz no se hubiese resbalado fatalmente en el Rico Pérez para dejar en bandeja el tanto a Güiza?

Y es que, al fin y al cabo, los pequeños detalles forman parte de las grandes gestas. Y lo de Mendizorroza será la próxima y más reciente gesta del club amarillo. Porque, si hay algún jugador del Cádiz que se vaya a enfundar la camiseta esta tarde en Vitoria, tiene que ser consciente de los pequeños detalles. Y porque un descenso es una mancha emocional eterna en la carrera de un futbolista. Por muy satisfecho que te vayas al vestuario porque “lo diste todo", siempre tendrás algo que reprocharte con el paso de los años. “Pude haber luchado con mayor fuerza ese balón”, “me faltó intensidad en esta jugada” o ”no leí bien esta acción”. Lo digo yo, que cargo con un descenso de mi amado Tiempo Libre gaditano a los infiernos de las divisiones provinciales de la categoría cadete. No hay punto de comparación, pero duele en el alma. El asunto del Cádiz es más serio. Por eso, lo único que pide el aficionado cadista a su jugador es que no dé nada por perdido hasta el último segundo. Si hay vida, hay esperanza. Si hay minutos, hay opciones de meter alguno más. Si el Mallorca gana, ya perderá el Granada.

Porque si nos vamos a la “B”, como diría un hincha sudamericano, lo haremos con orgullo y presumiendo de escudo. Alguno pensará ahora que la complacencia ha sido el talón de Aquiles de la afición amarilla a lo largo de la historia. Pero, ¿qué ha de hacer una afición en plena época de mercantilismo futbolístico en la que el club es una marca y no una pasión? Las directivas, los jugadores y los entrenadores van pasando a lo largo de los años mientras tú siempre ocupas ese asiento, ahora en el Nuevo Mirandilla, donde, a pesar de “todo un calvario de decepciones”, durante 90 minutos no te acuerdas de los verdaderos problemas de la vida. Como espetó Valdano, “el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes". Y el hincha cadista eleva dicha frase a la máxima exponencial. A veces, incluso, colocando a su equipo por delante de lo que Valdano consideraría “cosas importantes".

Y es que el aficionado del Cádiz, pase lo que pase, debe estar contento con lo mostrado por los futbolistas en el terreno de juego en los últimos años. Porque Cervera doblegó al Athletic Club en San Mamés, usó de monigote a Zidane en la primera victoria amarilla de la historia ante el Madrid a domicilio y le faltó el canto de un duro para lograr la mejor clasificación en todos los años de vida que soporta Hércules junto a los dos leones. Aquí, en Cádiz, Álvaro pasó de intocable a leyenda para dejar un recuerdo grandioso y una sonrisa imborrable en el rostro de los cadistas. Porque luego llegó Sergio y reanimó al equipo hasta el día de hoy, pasando por la conquista del Camp Nou y finalizando en Mendizorroza, donde el club amarillo debe cumplir con lo suyo mientras otros juegan con su suerte. Hablando de jugar, mucho lo hicieron personajes como Gaucci, Antonio Muñoz o Baldasano. Porque todos estos años de éxitos sobre el césped deben servir para asentar las bases sólidas de un proyecto que no puede derrumbarse con un resultado. El hábitat natural amarillo es la Segunda División y el verdadero cadista lo sabe. Lo importante es que todo el trabajo bien hecho sirva para el futuro. Muchos cayeron y, gracias a su buena gestión tras años en Primera, han vuelto. Lo hizo el Levante, el Getafe o lo hará esta misma campaña el Eibar.

A nadie se le escapa que todo esto es puro consuelo ante el nerviosismo propio de un niño cuando acude al estadio de su equipo por primera vez. Lo bueno, y curioso, de esta ocasión es que estaremos en tres estadios simultáneamente por el simple deseo de pisar el nuestro, aunque sea solo una vez más, en la máxima categoría del fútbol nacional. Al fin y al cabo, si el sueño del Cádiz en Primera se tiene que acabar en Mendizorroza, que me despierten más adelante. Por Juan Manzorro, por Fernando “Baguetina”, por Juan Carlos, por Ramón… por mi hermano Alberto, que saboreó las mieles del cadismo en primera persona, por todos. La categoría de mi equipo y de todos sus incondicionales no la etiqueta una clasificación. Pero, qué menos, que la etiqueta sea de Primera División.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación